El pensamiento inductivo propio de las ciencias experimentales, como las Ciencias Naturales, que utilizan el método científico, del cual el método inductivo es parte junto al deductivo y el analítico, es aquel que parte de premisas particulares que pueden ser formuladas a partir de la experiencia sensible, con datos recogidos de la realidad, para llegar a extraer de ellas conclusiones generales, cuya certeza nunca es total, salvo (lo que es muy poco probable) que se agoten los casos a observar. Fue el método utilizado por Francis Bacon (1561-1626), padre del empirismo. En la segunda mitad del siglo XIX el método inductivo fue muy cuestionado por su falibilidad.
Puede ser que exista una excepción a la regla a la que arribemos por la conclusión, lo cual es altamente frecuente. Por ejemplo de la observación sentamos las siguientes premisas: “las rosas tienen pétalos”, “los jazmines tienen pétalos”, “las azaleas tienen pétalos” y concluimos que todas las flores poseen pétalos. Sin embargo existen algunas flores apétalas como ocurre por ejemplo en algunos tipos de cardos, lo que nos llevaría a generalizar sacando conclusiones erróneas.
Por lo tanto el pensamiento inductivo carece de rigor, al aplicarse las consecuencias de lo observado a todos los miembros de la especie a la que pertenece el objeto estudiado, aunque gracias a él pueden sentarse teorías que serán válidas mientras no aparezcan otras que demuestren su falsedad y las reemplacen. Es muy importante complementar el pensamiento inductivo con el deductivo, que sigue el camino inverso (de lo general a lo particular) para comprobar la veracidad des hipótesis y teorías expuestas.
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